Reproducción y cría

El caballo manifiesta su instinto sexual al cumplir el primer año de vida y alcanza la pubertad a la edad de dos años, pero no es recomendable someter a apareamiento a los machos, ni a las hembras antes de los tres años. La vida sexual de los equinos es prolongada y puede superar incluso los quince años en las yeguas, y en los machos dura toda la vida. El caballo está en condiciones de reproducirse todo el año, aunque su actividad sexual es mayor en los meses de febrero a julio, con un momento máximo entre abril y junio. Este período se lo conoce con el nombre de estación de monta y en él, el estímulo sexual está más acentuado y el estado de celo de las hembras es más evidente. Durante esta época los sementales pueden realizar un máximo de dos cópulas al día. El celo de las hembras tiene una duración de tres a ocho días y en el caso de falta de fecundación lo repite al cabo de veintidós días. En las hembras, el celo se manifiesta con la tumefacción de los genitales, con el enrojecimiento de la mucosa vaginal y la emisión de un líquido viscoso; la yegua muestra a menudo la posición de orinar, levanta la cola, se muestra inquieta y con tendencia a dar coces. En el macho el estado de celo se ve acompañado por inquietud, excitación, relinchos intensos y a menudo muestra el órgano sexual en erección.

La elección de los reproductores se basa en la denominada selección artificial, que debe tener en cuenta tanto los caracteres morfológicos como las características funcionales.

En las hembras grávidas aparecen muy pronto los primeros síntomas de la nueva condición fisiológica: se muestra más tranquila, con más apetito, sus mamas se engrosan y el abdomen al cabo del quinto mes aumenta claramente su volumen, adoptando un aspecto más esférico. El embarazo tiene una duración media de once meses y diez días, durante este período es necesario evitar someter a las yeguas a trabajos demasiado pesados, aunque tampoco es conveniente dejarla inactiva. Es aconsejable la realización de un ejercicio moderado. No obstante, al llegar el último mes de gestación debe practicarse tan sólo un paseo diario.

Al acercarse el momento del parto, se pueden apreciar una serie de signos que lo anuncian. La yegua vuelve a mostrarse inquieta, la mirada se hace ansiosa y sufrida, las mamas se ponen turgentes, el animal se levanta y se acuesta con frecuencia. Llegados a este punto, comienza el trabajo de parto, los labios de la vulva se abren, y se asoma la bolsa de aguas, cuya rotura permite la lubricación del canal de parto gracias al líquido viscoso que contiene. Se inicia a partir de ese momento el período de parto, en el que tiene lugar la dilatación del cuello del útero, iniciándose las contracciones que se presentan cada vez más enérgicas y frecuentes. Esta fase es de corta duración y en condiciones normales el potro nace en poco tiempo, quince minutos como máximo. Si el acto es normal, el feto nace a merced de los esfuerzos hechos por la madre, presentándose primero las manos y después la cabeza y partes restantes. En el caso de aparecer en otra posición, el parto se considera anormal y el veterinario es el encargado de solucionar el problema.

Las yeguas, no son ajenas al aborto, ya que este se produce por causas variadas que dependen, en algunos casos, de agentes exteriores como los cambios bruscos de temperatura, mala alimentación y caídas, entre otras. En otros casos depende de vicios congénitos o de conformación.

Al cabo de pocos días, la yegua vuelve a estar en celo y puede, por lo tanto, volver a ser fecundada; y luego de un mes, esta nuevamente en condiciones de reemprender un trabajo moderado.

Pocos cuidados requiere el potro después de nacido, pues la madre lo amamanta durante unos seis o siete meses y se encarga de vigilarlo, respondiendo a su instinto maternal. Durante este período la hembra debe alimentarse en abundancia y sustancialmente.

Luego de la época de lactancia se produce el destete. En forma natural, se realiza bajo la atenta mirada de la madre, mientras que en cautiverio el proceso se lleva a cabo gradualmente y en forma no brusca.

La castración del potro puede efectuarse después del nacimiento hasta una edad algo avanzada, pero generalmente se practica a la edad de uno o dos años.

La cría de los equinos se hace en agrupaciones que reciben el nombre de yeguadas o piaras, que se clasifican en salvajes, cercadas y domésticas, según sea en completa libertad, en sitios cerrados o dehesas, o en cuadras respectivamente. Los machos y las hembras destinados a la reproducción, se denominan caballos padres, y yeguas de vientre o madres.